martes, 1 de julio de 2014

Reseña de El Jinete Polaco

De Antonio Muñoz Molina conocía su faceta periodística. Había leído “Las apariencias”, una recopilación de artículos escritos entre 1988 y 1991 en ABC yEl País, que se publicó en 1995 y fue deliciosamente prologado por su esposa, Elvira Lindo. Soy lectora asidua de su web y, sin embargo, nunca me había atrevido con su faceta estrictamente literaria. Así pues, hace cuestión de unas semanas empecé “El jinete polaco”, novela con la que el jiennense ganó el Premio Planeta en 1991 y el Premio Nacional de Narrativa en 1992. En casa tenemos la colección de los Premios Planeta y no me apetecía leer sobre la Guerra Civil ni la Posguerra y aunque “El jinete polaco” abarca un vasto periodo de tiempo que va desde la Guerra de Cuba hasta la Guerra del Golfo, tomando como referencia los recuerdos familiares de los protagonistas, la Guerra Civil española aparece, claro está, pero de un modo secundario porque lo realmente importante son las vivencias personales.
Esta novela puede asustar a priori, ya que tiene 610 páginas pero nada más lejos de la realidad. Se trata de una ficción autobiográfica que transcurre en un pueblo ficticio andaluz llamado Mágina, que por las descripciones que se dan de sus calles remite claramente a Úbeda, ciudad natal de Antonio Muñoz Molina. Teniendo en cuenta que yo vivo en un pueblo de la comarca de Sierra Mágina (Jaén) este guiño me animó aún más a leer el libro.
Manuel es un traductor simultáneo que reconstruye su vida y la de su familia a partir de los recuerdos propios y ajenos, y de un archivo fotográfico que será el nexo de unión con Nadia. El cuadro de El Jinete Polaco, de Rembrandt, ocupa un lugar trascendente en la trama, que se divide en tres partes fundamentales: El reino de las voces, la más lejana en el tiempo donde se presentan los antecedentes familiares de Manuel y su primera infancia; Jinete en la tormenta, que trata sobre su adolescencia y, para ello, toma el nombre de una canción de The Doors, Riders on the Storm, grupo de referencia de Manuel; y, por último, El jinete polaco, que versa sobre la madurez.
Si por algo se caracteriza “El jinete polaco” es por los saltos temporales en la narración y la escasez de puntos ya que al tratarse de una continua evocación y, en determinados momentos, de una conversación entre dos personas (ya sea real o figurada), Muñoz Molina ha querido que sea lo más fiel posible a ese orden caótico que rige las situaciones anteriormente citadas. Podría estar horas escribiendo maravillas sobre el que se ha convertido en mi libro favorito, especialmente porque hay conexiones entre Manuel y yo, entre Nadia y yo. Los abuelos de Manuel se llaman Manuel y Leonor, al igual que mis bisabuelos. Durante su adolescencia quiere escapar de Mágina a ciudades desconocidas, idealiza el amor hasta tal punto que se “enamora literariamente” de Marina, una chica que no le presta atención salvo cuando necesita apuntes. Su refugio es la música de Lou Reed y The Doors. Estudia Traducción en Madrid y acaba ejerciendo la profesión en varias ciudades europeas e incluso en Chicago y Nueva York, hecho que hace que se sienta extranjero en su Mágina natal cada vez que regresa. Y cuando su sentimiento de desarraigo es tan grande que le ahoga, aparece ella con su ambigua identidad. Aunque, a decir verdad, no aparece. Siempre ha estado ahí…
Un libro grandioso, sublime. Un libro que emociona. Léanlo.